El de Tulio fue un nombre muchas veces leído por quien suscribe cuando pintamos la cuna de Oscar Aníbal Crudelli en la biografía que realizamos con José Valle en el año 2013 “ROBERTO ACHÁVAL, El último cantor de Pichuco”. Es que las cantinas de Ingeniero White, en las que Tulio es un personaje inolvidable, fueron una marca registrada de nuestra región, asemejando aún más a nuestra querida localidad portuaria con el barrio porteño de La Boca.
Comparto aquí una descripción de Tino Diez:
LA CANTINA DE TULIO
TULIO ANGELOZZI …En verdad sobra el apellido. Fue y será para todos simplemente Tulio y nada más que el rey de la noche whitense. Su historia, que fue la historia de las cantinas whitenses, tomó puntos suspensivos, luego de su paso por las cantinitas municipales.
Pero el embrión de esa monumental movida, se inició, con muchos de los grandes hallazgos, casi por generación espontánea.
En la calle Elsegood, frente al correo, la vinería de los hermanos Di Meglio (que había sido de Lombardo y Sardi), era centro de reunión de la barra de Tulio. Se acercó un porteño, que indudablemente buscaba ambientes ribereños que añoraba de La Boca y se hizo amigo del grupo, por carácter entrador y por que opinaba con criterio de todos los temas, se hablara de fútbol, política, cine o teatro. También pintaba y escribía. Más tarde supimos que era amigo de Victoria Ocampo y repetido concurrente a las reuniones que efectuaba la escritora. Y, como lo comprobó la barra de Tulio, cocinaba y muy bien.
Una tarde le preguntó a Tulio, si le gustaba la cazuela. Ante la perplejidad de Tulio, que ignoraba de qué estaba hablando, consiguió los elementos necesarios (calamares, mejillones y todo lo demás) y la barra saboreó un manjar como nunca lo había hecho.
Tulio se quedó maquinando mentalmente y al rato le propuso poner una cantina y aunque el porteño intentó excusarse ya que estaba próximo a casarse, fue tal la confianza y seguridad que infundía Tulio, que accedió postergando el casorio. Descontaron la aprobación de José Di Meglio, que se estaba reponiendo de una intervención quirúrgica.
Los bancos y las sillas se las compraron a Fontán y Luciani, la cocina, a crédito, la fió Sabino, y la mesada, la aportó Candell.
Se distribuyeron las tareas. Las paredes fueron pintadas con motivos portuarios, con los elevadores y los barcos; Tulio era el mozo y Carmelo Lupo, cantaba acompañándose con su acordeón y la Cantina Tulio, se abrió el 7 de abril de 1960.
El impacto fue impensado y tuvieron que ampliar las instalaciones tres o cuatro veces.
Después continuó la gloria en lo que fuera el Cine Jockey Club, ahora con el nombre de “Il Vero…”, que tenía la particularidad de tener la cocina a la vista.
Podía albergar a cerca de seiscientas personas. Y fue el lugar de moda para la recepción de la numerosa colonia artística que se hacía presente cada fin de semana.
Cuenta Ampelio Liberali, en su libro “Historietas Whitenses”, que cuando un buen departamento costaba cuatrocientos mil pesos, se hacían cajas diarias que rondaban los tres millones de pesos.
Entre los que recuerdan los memoriosos, está Irineo Leguisamo, a quien Tulio le cantó el tango “Leguisamo solo”, que llegó acompañado por Pedro Olgo Ochoa y Mineral; Juan Manuel Fangio, Néstor Fabián, Nelly Vázquez, Jorge Sobral y muchos más como la primera división de fútbol del Club Atlético Boca Juniors, a quien Tulio homenajeó.
Esta época tan sublime transcurrió entre 1967 y 1980, cuando Tulio decidió nuevos rumbos para sus actividades, en el centro de Bahía Blanca.
En la última noche de la cantina “Il Vero”, cenó y cantó el cantautor italiano Nicola Di Bari.
No quisiera dejar de transmitir una anécdota que llegó a nuestro conocimiento a través de Conrado de Lucía: Niccolino Locche fue a cenar a Il Vero y, habiendo comido y bebido en exceso, protagonizó un raro incidente, con un admirador que se acercó a su mesa para decirle en tono festivo: “Yo a vos te fajo en cualquier momento”. Niccolino se levantó sin decir palabra, lo durmió de un terrible piñazo.
A la mañana siguiente en el zanjón que bordeaba la curva de la avenida Dasso antes del paso a nivel que ingresa a Villa Rosas: la Torino blanca del campeón parecía haber sido colocada delicadamente de canto en el profundo y estrecho zanjón. (Pág. 65 “Roberto Achával, El último cantor de Pichuco” -Biondo y Valle- Ed. En un Feca).
Gabriela Biondo.
Fuente: LA FAMA ES PURO CUENTO Sábados, desde las 13 hs por RADIO MITRE Bahía Blanca, FM 100.3, gentileza de contacto José Valle.